Testimonio Gabriela Curti

Docente de aula, Escuela Nº 34, Young (Río Negro)

Mi nombre es Gabriela Curti Nasabay, y actualmente desempeño el cargo de docente en la escuela N° 34 de la ciudad de Young, departamento de Río Negro.

En el año 2014 ingresé al Plan Ceibal en Inglés, que llamó mi atención desde un principio, ya que el inglés es una materia que siempre me gustó.

A los ocho años logré lo que para mí en ese momento era lo máximo: concurrir a clases de inglés. Estas clases eran gratuitas, eran actividades municipales, que el gobierno departamental ofrecía para todos aquellos que quisieran ir. Pero un día, estas clases se terminaron. La profesora se fue del pueblo y con ella mi ilusión de aprender inglés, pues era consciente de la situación en la que mi familia estaba.

Comencé la secundaria y en la materia inglés, que era parte de las asignaturas curriculares, lograba bimestre a bimestre muy buenas calificaciones, que, sinceramente, asombraban a mis profesores de ese entonces por el hecho de que no concurría a clases particulares. Esas notas solo provenían de mi gusto por la materia. Año tras año, los profesores hablaban con mis padres para que me mandaran a clases particulares, pero yo sabía claramente que eso no se podía, porque la situación económica de nuestra familia no era tan buena como para invertir en esto. No es algo que me avergüence, al contrario, me siento orgullosa de mi familia. Mis padres trabajaron duro para que mis hermanos y yo estudiáramos, para que nos formáramos.

Así fue que en el año 2011 me recibí de maestra, y siempre estuvieron presentes en mi corazón el gusto y el deseo de estudiar inglés.

Hoy en día vivo la concreción de aquel sueño, de una manera distinta; más abrazada a la tecnología actual, aprendo y trato de ayudar a otros a aprender inglés.

Cuando en 2014 comenzaron las clases, mi expectativa era muy grande, tenía una mezcla de sentimientos, ilusión y nerviosismo por no saber a lo que me enfrentaría. Realicé en esos días el curso de Ceibal en Inglés dictado por Ana Gari, para conocer la pantalla, cómo funcionaba, lo cual fue orientándonos y guiándonos hacia esta nueva meta.

Un día recibí el llamado de Gilda, mi profesora remota de aquel año, que me daba la gran noticia de que ya estaba todo confirmado para comenzar nuestras clases. Se lo comuniqué inmediatamente a mis alumnos de ese entonces, ellos estaban felices, les surgían tantas preguntas que me resultaba difícil contestarles todas. Poco a poco nos fuimos preparando, dialogando acerca de este nuevo desafío, hasta que llegó el gran día. Ingresamos a la sala virtual, abrimos la pantalla, esperando en silencio recibir la esperada llamada. Por fin sonó... los niños estaban nerviosos y muy expectantes. Apareció en la pantalla la profesora, se presentó, los niños también lo hicieron, por supuesto que yo también lo hice, aunque ya habíamos hablado muchas veces con Gilda, no nos conocíamos las caras. La clase fue muy buena, dinámica, divertida, intercambiamos ideas, dialogamos, trabajamos en conjunto para que nuestros niños comenzaran a aprender. Fue una experiencia increíble. La clase concluyó, nos despedimos de la profesora. Al cerrar la pantalla, comenzaron todos los comentarios de los niños, sobre lo mucho que les había gustado, que la profesora era muy buena, que los videos resultaron muy interesantes, tanto como las canciones. Salieron ya de esa clase contando todo lo que habían aprendido, probando con sus compañeros y hablando en inglés.

Los días posteriores estábamos siempre en contacto con Gilda, intercambiando ideas de cómo mejorar la clase y coordinando contenidos. Le consultaba a ella mis dudas para las clases B y C, y ella me guiaba para que fuera tomando confianza al dictar mis clases.

Es fácil optimizar el tiempo pedágogico cuando se tiene la seguridad de que lo que se está haciendo es bueno y fructífero para nuestros niños, por eso no tuve problema en adecuar mi planificación para darle lugar a esta nueva experiencia.

Se creó un vínculo muy fuerte entre docente-profesora remota-niños; ellos le contaban sus anécdotas, cómo habían pasado el fin de semana, se interesaban por cómo ella había pasado sus vacaciones, le comentaban sobre cómo estaba el día, lluvioso, soleado, entre otras cosas. Las clases se desarrollaron siempre con total normalidad, como si estuviéramos compartiendo físicamente el mismo salón. Personalmente, aprendí a trabajar a la par con otro colega por videoconferencia, planificando, buscando estrategias, evaluando, complementándonos dentro del aula.

Actualmente realizo el curso online del British Council, me encuentro en el nivel 4, Intermediate 1. Estoy muy contenta y entusiasmada, pues estoy aprendiendo mucho, realizando mi pequeño sueño de niña: estudiar inglés. Este año también estoy en el Plan Ceibal en Inglés, sigo igual de animada, viendo las caritas de los niños cuando se abre la pantalla y aparece del otro lado esa persona que les va a enseñar otro idioma.

Lo más reconfortante de este trabajo es ver la expresión de los alumnos, sus rostros iluminados, escuchando atentamente lo que el otro tiene para decir, cantando las canciones, bailando, queriendo participar a cada momento.

Esta experiencia es muy enriquecedora, tanto para docentes como para alumnos. Me he sentido animada por profesores remotos, por mentores de inglés de Ceibal y también por la directora, lo cual es muy importante, pues las ganas de crecer profesionalmente y aprender siguen en aumento. Me reconforta poder ayudar a los niños en esta nueva experiencia, pero es más reconfortante aún contar con este Plan de Ceibal en Inglés, que los hará crecer y desarrollar sus capacidades.